21 agosto, 2018

Tener cuidado aquello que se habla delante de los niños/ adolescentes.


Los adultos tenemos la costumbre de hablar delante de los niños sobre distintos temas sin reflexionar sobre sus efectos. Los niños aprenden de lo que escuchan, sobre todo de sus padres, a construir su identidad, la imagen de los demás, la manera de ver el mundo que les rodea, a tener expectativas, a solucionar conflictos, a desarrollar y controlar emociones, a adquirir valores y creencias, etc.
Además de no privarnos de hablar de cualquier tema, solemos enfadarnos con nuestros hijos pequeños cuando se le “escapa” algo que nos ha escuchado decir sobre otras personas, por supuesto, literalmente o sacado de contexto, tal como lo han entendido.
Es frecuente, en las conversaciones de los adultos, la crítica a otras personas o a nuestros propios hijos en su presencia, sin pensar en lo que decimos y cómo lo decimos, con la convicción de que, o no nos escuchan porque están entretenidos, o no entienden. Sin embargo:
  • Los Cuando son pequeños, los niños comprenden más de lo que aparentan, pero no lo suficiente para entender frases complejas que incluyan matices, metáforas, conceptos de cierta complejidad.
  •  Los niños desde que nacen comprenden mejor el lenguaje no verbal (nuestras expresiones faciales, gestos, el tono de voz…) que, como todos sabemos, es el lenguaje de las emociones. Desde muy pequeños son capaces de captar cómo se sienten los demás, la situación emocional de otro, especialmente de sus padres.
  • Comprenden una parte y el resto la “imaginan” reconstruyendo el mensaje con una gran carga emocional.
  • No comprenden las metáforas, como en aquella película que el niño, agachado, miraba con mucho interés los pies a una señora y ésta le dice: “¿qué miras?”, el niño contesta “a ver si tienes patas de gallo, como dice mi mamá”.
  • No entienden las ironías ni los dobles sentidos.
  • No pueden entender que, en un momento de enfado, se pueden decir cosas de las que luego podemos arrepentirnos.

¿por qué no debemos hablar algunos temas delante de los niños?
Pongamos un ejemplo: los padres están comentando una conducta o situación que ha ocurrido con uno de los abuelos. Si mostramos gestos o tono de enfado, el niño vive una situación de incertidumbre. Alquien a quien quiero ha hecho algo mal, mi mamá o papá están enfadados con él o con ella. Será porque es malo o mala o se ha portado mal… El niño puede sentirse culpable porque quiere a su abuela y es mala, se sentirá triste, deprimido, desconcertado…
Otro ejemplo podrían ser aquellas ocasiones en las que se nos escapan comentarios sobre la escuela, o sobre su profesor/a. Sabemos que el vínculo que se establece tiene mucha relación con su adaptación a la vida escolar y que dicho vínculo tiene una gran carga emocional. Podemos, inconscientemente, ocasionar un rechazo por parte del niño a la escuela o, cuando menos, una pérdida de credibilidad en su profesor/a, tan importante para su adaptación y bienestar.
Por otra parte, hablar del otro cónyuge delante de los niños, genera situaciones dramáticas en los casos de separación matrimonial. ¿Cómo nos sentimos los adultos ante dos personas a las que queremos y que se separan? ¡Qué difícil nos resulta mantener nuestro afecto intacto hacia las dos personas! solamente necesitamos ponernos en lugar de los niños pequeños que no pueden comprender las razones, separar las emociones que siente cada uno, comprender su rol y analizar los afectos propios y ajenos. Este sería un tema para tratar con mayor detenimiento por su complejidad e importancia.
QUÉ HACER:
Ø  Pensar antes de hablar en presencia de los niños. Actuar como si llevásemos una grabadora y escuchar nuestras palabras.
Ø  Si tenemos que discutir sobre algún tema que no puedan entender o no deban oír, hacerlo cuando ellos no estén delante. En muchas ocasiones, ese tiempo que pasa nos ayudará a reflexionar.
Ø  No hablar de ellos en su presencia de sus defectos o de nuestras preocupaciones ya que los temas que hablamos con otros es atención extra que les dispensamos. Por ejemplo, si está llamando la atención en la comida, no debemos hablar de lo mal que come. Y viceversa, hablar de “lo contentos que estamos” porque ha aprendido algo o porque ha hecho algo positivo o adecuado.
Ø  Ponerse en su lugar. Cómo nos sentiríamos si estamos escuchando una conversación sobre nosotros, en un idioma del que solamente comprendemos algunas palabras pero vemos que las expresiones son de disgusto. Cómo nos sentiríamos si nuestro jefe está comentando con un compañero lo mal que hemos realizado un trabajo o sobre nuestros defectos.
Ø  Comunícate con tus hijos pequeños con lenguaje claro y directo.
Ø  Exprésate con los demás y con tus hijos en términos descriptivos, procura utilizar pocos adjetivos. Por ejemplo sería adecuado decir: “mi amiga….ha llegado tarde” Y NO “mi amiga….es una ………”, o decir: “la paella hoy no estaba tan buena como otras veces” Y NO  “tu madre es mala cocinera”.
Ø  Utiliza el lenguaje para enseñarle a ver cosas positivas de sí mismo y de lo que le rodea y no lo negativo. Por ejemplo, si se te ha caído algo al suelo puedes decir “se me ha caído porque lo había colocado mal, voy a recogerlo”. De esta manera le enseñamos a utilizar las “autoinstrucciones”. Si decimos “soy muy torpe” los pequeños aprenden que son torpes cuando algo se cae, en consecuencia, a construir autoimagen negativa y a asumir la torpeza. No a corregir los errores mediante autocrítica saludable.
Ø  Utiliza las conversaciones con los demás para potenciar lo positivo de tu hijo/a destacando sus conductas (o cualidades) adecuadas. No hay que olvidar que la autoimagen se construye con la imagen que nos devuelven los demás sobre nosotros mismos.
Ø  No compares a tus hijos en su presencia, es una manera de fomentar los celos. Acepta sus diferencias y, cuando hables de ellos, destaca sus buenas cualidades. Esto ayudará al niño/a a sentirse aceptado como es, a crecer y mejorar como ser humano.
Ø  Procura ser coherente entre lo que dices delante de tus hijos/as y lo que haces. La incoherencia genera incertidumbre.
Ø  Cuidado con las discusiones entre adultos (insultos, agresiones verbales) delante de los hijos.
Ø  Lo que dicen los padres tienen mucho poder sobre los hijos. Esto es cierto a todas las edades pero sobre todo cuando son pequeños. Lo que sembramos en las primeras edades se mantiene cuando son mayores aunque aparentemente no nos escuchen.
Ø  A través de lo que oyen de los adultos aprenden a afrontar conflictos o a huir de ellos, a tener expectativas positivas o negativas de los demás, a ceder y a defender sus derechos y a configurar una imagen del mundo positiva o negativa.
Conclusión:
Tenemos que ser muy cuidadosos en los temas que hablamos delante de los niños, ya que:
A veces los adultos son incoherentes entre lo que hablan y lo que hacen.
Lo que hablamos revela una forma de percibir y relacionarse con el mundo que nos rodea.
Lo que escucha el niño configura sus creencias y la imagen de sí mismo y de los demás, desarrolla expectativas positivas o negativas, influye en su estado emocional.
NO DEBEMOS OLVIDAR LA VULNERABILIDAD EMOCIONAL DE LOS NIÑOS EN LAS EDADES TEMPRANAS. EL LENGUAJE ES PODEROSO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE VALORES. LOS NIÑOS APRENDEN DE LO QUE VEN Y ESCUCHAN ESPECIALMENTE DE LOS ADULTOS MÁS SIGNIFICATIVOS PARA ÉL/ELLA. MERECE LA PENA PONER UN ESPECIAL CUIDADO Y REFLEXIONAR SOBRE ESTE TEMA.

Fuente: Informe de la psicopedagoga Julia Letosa.
Edición por Marie Martínez.
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