14 octubre, 2019

LA INCAPACIDAD DE COMUNICARSE

El Mutismo Selectivo es un trastorno de ansiedad socio-comunicativo. Esto quiere decir que la ansiedad está puesta en la comunicación con los otros. Puede ocurrir que cuando el chiquito está comenzando a hablar, a usar el lenguaje, en un momento se vea que en esa comunicación con los otros no puede hablar. Además esconde la mirada, se pone rígido, se molesta cuando alguien le quiere hablar, no le salen las palabras, se esconde. Pero principalmente no se puede comunicar con los otros, la ansiedad está puesta en lo socio-comunicacional. Este trastorno se puede despertar al año y medio de vida y que se intensifica con la llegada a la edad escolar.

Frente a la imposibilidad de comunicarse con el otro, hay ciertas situaciones: negar el saludo, un llanto inexplicable en una reunión social o la timidez permanente, no son aspectos de su personalidad.
Son chicos que tienen un desarrollo del lenguaje normal generalmente.

Este trastorno comienza mucho antes, lo que sucede es que hay factores predisponentes, como todo aquello que viene con la persona. Es una predisposición a la ansiedad que se traduce en la comunicación en este caso. Desde muy pequeños uno lo puede visualizar. Y cuando indagas, te das cuenta de que desde muy chico era así; como esconderse detrás de los padres.

Son chicos que quedan fijados a la imposibilidad de responder ante la expectativa del otro. Y tienen un perfil sensorial más sensible. Por ejemplo: los papás cuentan que van a una reunión familiar y no entienden por qué su hijo de un año y medio entra al lugar y llora queriéndose ir. Son chicos con una sensibilidad a los factores socio-ambientales. Entendiéndose por personas, olores, colores, ámbitos cerrados o abiertos.

Hay un indicio claro en el inicio de la escolaridad, que hace estallar el síntoma, porque sale de la casa y se encuentra solo en un ámbito social por enfrentar. Y lo resuelve enmudeciendo, porque se protege de hablar. Y como que están tironeados de los dos lados de la cuerda. Porque la maestra o sus compañeros le piden que hable y el chico no puede hablar, no lo hace con conciencia.

Si se detecta tempranamente y hay una buena educación en la familia y el ámbito escolar, estas conductas se disuelven.

Sin tratamiento.

Hay casos que no se resuelven hasta llegada la adultez o en la adolescencia y otros no lo resuelven. Y si continúa con factores predisponentes a este trastorno de ansiedad, puede desembocar en una fobia social. Son personas a las que les cuesta salir de la casa, que tienen pocas relaciones sociales. No pueden seguir sociabilizando, incluso no pueden desarrollarse, seguir estudiando o incluso tienen problemas para adaptarse al ámbito de trabajo.

Los síntomas pueden ser muy variados y arraigados. Como trastornos de ansiedad en ataques de pánico, una depresión, fobia social y aislamiento.

Familia y escuela, una red de contención y ayuda para el trastorno.

El primer ámbito de desarrollo del pequeño es la familia. Desde la contención y el abordaje de los padres con un profesional, es fundamental para luego continuar el tratamiento en la escuela Está comprobado que una terapia conductual a puerta cerrada no ayuda al niño a resolver el trastorno inconsciente, sino que se tiene que trabajar hacia afuera.

Tratamiento adecuado.

Hay que trabajar mucho con el contexto, tanto en la familia como la escuela. Y el tramado del contexto donde cada ser humano es distinto, complejiza mucho la cuestión. Porque cada familia viene con sus creencias. En este sentido, hay que dejar de lado ciertas creencias y romper paradigmas en la educación y la crianza. Es muy complejo.
Se trabaja desde la familia hacia la escuela y viceversa. Hay que construir puentes, hay que trabajar la confianza.

Muchos padres se pueden volver un facilitador clave para ayudar a sus hijos. Porque los papás se sienten muy frustrados pensando que ellos son el error. Cuando la familia se pone a trabajar ocurren muchas cosas interesantes. Cuando uno toma conocimiento y empieza a conocer a sus hijos, a observar sus conductas, ese proceso lo llevan juntos a la escuela. Y ofrecen ayuda a sus maestros para que el chico pueda salir adelante.

Para eso, el chico tiene que tomar confianza y una vez que los padres se conecten con los docentes, la cosa empieza a fluir. Es una habilitación que va de los papás hacia la escuela.

La escuela.

La primera barrera que tienen los padres es la escuela, y cómo ellos entran para ayudar a sus hijos. No es fácil para la familia. Le cuesta pedir ayuda del otro lado y más cuando te cierran las puertas. Por suerte hay muy buena recepción de las escuelas, de a poco se va armando un sistema saludable que pueda contener al chico.

Aunque no hay estadísticas certeras de la cantidad de personas que padecen el trastorno, de acuerdo a algunos estudios se calcula que hay un niño cada 140 que padece mutismo selectivo en el mundo.
No todos son diagnosticados, por eso las cifras son mucho mayores. Y además no contabilizamos que dentro del trastorno del autismo, hay muchos chicos con mutismo selectivo. Todo porque se desconoce que se puede tratar. También está el mutismo selectivo bajo perfil, que son los chicos que se los etiqueta como tímidos antes ciertas situaciones.

Son numerosos los casos de padres que se enfrentan al desconocimiento del trastorno. Los pequeños síntomas que manifiestan desde pequeños son la clave para actuar a tiempo.

Fuente: Extracto de nota del diario Los Andes (Argentina) a la Lic. Fabiana Baracchini del Centro Mutismo Selectivo Internacional.
Nota completa en:
https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=mutismo-selectivo-cuando-el-silencio-no-es-timidez
Ilustración de Maggie Cole.
Edición de Marie Martínez.