29 septiembre, 2018

"¿Qué hago??? ¿Cómo salgo de esto??"

Desesperación. Sentir que la angustia no te deja respirar. El miedo a lo que vendrá te paraliza. Miles de preguntas y ninguna respuesta que te calme aparece.
 Es que no es el momento de responder preguntas. Es el momento de aceptar que tus emociones están sobredimensionadas y por eso, se desbordan. Nada de lo que decidas o pienses así, puede ser bueno.
 Quieres que esto se termine ya. Pero "ya" no es posible. Hace falta tiempo. No el tiempo de postergar todo indefinidamente. Tu tiempo.
Tiempo para estabilizarte. La única urgencia es esa:
 aceptar que esto no se termina ya, que no tienes por qué decidir qué hacer ahora, justamente ahora que no entiendes nada.
Si tus emociones son exageradas es porque hay pensamientos equivocados que las originan: "esto es terrible; no voy a poder seguir; nada tiene sentido; todo está mal; tengo que hacer algo; tengo que saber que quiero; estar confundido es malo"...

Nada es todo ni todo es nada. Ni nada ni todo es como "debe" ser. Las cosas simplemente son.
 Baja la terribilización. Tomá distancia de la situación. Poné el problema "en pausa".
Este no es el momento. No ahora.
Date tiempo. Tu tiempo. No hay una "agenda" con la que cumplir.
Cuando estés listo, tomarás la decisión. Cuando puedas pensar en varias opciones, y no en una única opción, entonces de verdad, estarás eligiendo, pensando sanamente.
Es "tu" problema. Es "tu" derecho resolverlo cuando estés listo. No ya.
Respeta tu derecho a no tener todo claro, a no estar siempre preparado, a no saber.

Cuando te das tiempo, la urgencia desaparece, y con ella, la desesperación.
 Se justo con vos. Eso sí es ya, ahora.

Fuente: Mirta Médici- Psicologa argentina.
Edición de Marie Martínez www.mutismoselectivo-textos.blogspot.com