21 septiembre, 2018

EFECTOS DE LA SOBREPROTECCIÓN INFANTIL A LA EDAD ADULTA.

Hay padres que no tienen claro hasta dónde se le puede exigir a un niño y les fomentan conductas más infantiles de lo que les corresponden. Otros padres, les hacen las tareas a sus hijos por comodidad, porque así acaban antes. Y otros les hacen la vida más fácil para evitar enfrentamientos y situaciones complicadas.
Se da también en un niño con alguna enfermedad, discapacidad o dificultad, se intenta meter al niño en una burbuja para que no siga sufriendo.

¿Qué consecuencias tiene la sobreprotección en la edad adulta?

Sentimientos de inutilidad y dependencia: si en lugar de sugerir y guiar, optamos por darlo todo solucionado, supervisar en exceso o imponer, no vamos a permitir que el niño desarrolle adecuadamente sus habilidades y capacidades, por lo que cuando sea adulto, es probable que aparezcan sentimientos de inutilidad y dependencia, que pueden favorecer que la autoestima sea baja y no tenga seguridad en si mismo, y por tanto, que se desarrolle una excesiva timidez y falta de habilidades sociales.
Miedos y conductas evitativas: el adulto, fruto de su inseguridad y su sentimiento de incapacidad, presentará miedo ante situaciones cotidianas que en realidad no suponen un peligro, perdiendo muchas oportunidades por su tendencia a no enfrentarse a los problemas ni a asumir responsabilidades.
Dejarse manipular, poca iniciativa, pasividad: tendrá más facilidad para dejarse llevar por el ambiente que le rodea y por las decisiones de los demás, tendiendo a tener una actitud más pasiva, en lugar de tomar la iniciativa y decidir por él mismo lo que le conviene o lo que desea. A la larga, esto también puede llevarle a un desinterés por las personas y las relaciones sociales.
Por otro lado, el haber crecido con escasos límites educacionales y obteniendo fácilmente todo lo que se ha deseado, puede implicar que en la edad adulta no se sepa dar valor a las cosas ni se tolere la frustración, apareciendo conductas algo egocéntricas y poco empáticas. 
Todo ello, como en el caso de Alejandro, puede ser un factor que, sumado a otros, puede ayudar a dar lugar a trastornos psicológicos.

En lugar de sobreproteger, lo ideal sería:

► Dejar que el niño viva dificultades y problemas, para que aprenda a encontrar soluciones por si mismo. Si le cuesta atarse los cordones de los zapatos, no le haremos un favor atándoselos nosotros, es mejor que le guiemos y que le dejemos que ensaye, para que acabe comprobando que es capaz de aprenderlo y hacerlo por si mismo.

► Tratarle de acuerdo a su edad. Si tiene la edad adecuada para comer solo, dormir solo, ayudar en las tareas domésticas, ir solo al colegio, debemos empezar a dejar que lo haga.

► No pretender supervisar, ni vigilar o controlar todo lo que hace el niño, se le debe dejar un margen y un espacio propio. No podemos pretender saber exactamente qué hace en el colegio, a qué juega con sus amigos, con quién sale, a dónde va, etc.

► Es necesario poner límites claros en casa y darle responsabilidades domésticas al niño. No se le debe dar todo lo que pida ni ahorrarle sacrificios, ya que es más sano que aprenda que las cosas requieren un esfuerzo y que experimente la satisfacción de la recompensa por haber sido capaz de hacerlas.

Si ya es demasiado tarde y ahora nos encontramos con el problema de adultos, una terapia psicológica es efectiva para aprender estrategias para el cambio.

Fuente: Centro psicológico multidisciplinar, especialista en Trastornos de Ansiedad. ITAE. España.
Edición de Marie Martínez www.mutismoselectivo-textos.blogspot.com