29 abril, 2019

REFLEXIÓN. LA BÚSQUEDA DE APROBACIÓN.


..."Necesito contárselo a alguien, que alguien me diga que lo que pienso está bien", me dijo la paciente, temblorosa, con miedo.
 Miedo de sí misma, de no ser capaz, de estar equivocada (otra vez).
Expuso muchos argumentos válidos que sostenían sus pensamientos. Para mí, eran suficientes. Para ella, no. Precisamente porque eran suyos, sentía mucha inseguridad. Y buscaba en mí, como siempre lo hacía en su familia y amigos, la aprobación.
 El mecanismo de búsqueda de aprobación se activa cuando uno es abandonado o cuando crece bajo la mirada exigente y crítica de un otro: "¿No podés hacer nada bien?", "dejá que mejor lo hago yo", "vos no sabés nada", "mejor callate", "siempre sos el mismo, no aprendés nunca", etc, etc. Dolorosos etc. En este contexto uno aprende (equivocadamente) que siempre es culpable. Si el otro se enoja, es porque uno lo provocó. Si el otro no entiende, es porque uno no sabe explicar. Si el otro no da, es porque uno no sabe pedir. Si el otro es injusto, agresivo, cínico, egoísta, intolerante, es porque uno genera eso. Si el otro se va, es porque uno no vale la pena. Culpable. Y desde este lugar de culpa, se instala el peor de los pensamientos: "si el otro no me quiere, es porque no soy querible". Entonces, uno trata trata, todo el tiempo, de demostrarle al otro que es bueno, capaz, hábil, generoso, valiente..., que algo hace bien.
 En esa demostración constante se sacrifica todo el tiempo. Sacrificio que disfraza la súplica "por favor, mirame, aprobame..., por favor, quereme..."

De esta triste autodestrucción se sale cambiando la "mirada".

 Algunas veces la culpa habrá sido tuya. Pero el otro también formó parte del juego. Algunas veces, habrá sido su culpa. El otro (aunque lo quieras y por eso te duela verlo) puede ser injusto, egoísta, incapaz, o malo. Tal vez el otro no sepa querer. O no pueda. O no elija quererte. Eso habla de la capacidad del otro, no de vos. Que un otro no te quiera, no significa que no seas querible.

Repartí culpas. Cambiá de lugares. Buscá nuevos vínculos. "Parate" diferente. No se trata de cómo el otro te mire. La aprobación del otro es placentera, pero no es necesaria.

 Es tu mirada la que cuenta.

 Desaprendé lo que otras miradas te enseñaron. Recordá todas las veces que pudiste solo. Animate a enumerar tus virtudes. Confiá en vos. Querete. Vos valés. Es tu aprobación la que necesitás. Sólo la tuya..."

Fuente: Mirta Médici- Psicóloga argentina
Edición de Marie Martínez.