12 diciembre, 2016

EN LOS ZAPATOS DE UN NIÑO/ADOLESCENTE QUE SUFRE MS.



Qué dificil resulta interpretar a alguien que sufre con una situación, con un contexto, del cual lo sentimos cordial, tranquilo, ameno, con gente querida y valorada por nosotros. Cómo entender ese momento en el que un familiar cercano los mira y habla con cariño, y nuestro hijo se esconde o evade la mirada y no muestra expresiones amistosas. Es doblemente tortuoso para un padre tratar de ser mediador en ese encuentro, ya que no solo se siente mal el niño, también la persona que se acerca, y aunque tenga la mejor voluntad y positividad, es lógico que se sienta rechazado por nuestro hijo.

Para ayudar al niño/adolescente debemos trabajar la empatía. Aunque es famosa y muy utilizada ultimamente por la educación positiva, muchos no tenemos desarrollada esta habilidad, que es momento de trabajar.
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Y ponerse en los zapatos de nuestros hijos no es para nada fácil, debemos abrir la mirada mas allá, ver detalles y ser críticos nuestros. Ver aquello que no vimos, porque el silencio, vienen diciendo los especialistas en MS, es un síntoma. Si el MS es un síntoma, debemos encontrar la punta del ovillo, la piedra en el zapato, el agujero en el cubo.
Los especialistas no encontraron hasta el momento la causa del MS, pero sí encontraron una característa que es común en todos los casos: la ansiedad. Entonces los papás debemos entrar en la maraña de sentimientos de nuestro hijo pero adentrándonos como protagonistas, no como meros observadores. Haciendo un escaneo de cada actitud, cada situación en la que vemos que nuestro hijo se pone mas nervioso. Por ejemplo, en mi caso debo decir, que yo me acelero mucho limpiando mi casa, cuando tendremos visitas, estoy apurada, hablo rápido, muevo cosas. Un niño extremadamente sensible no lo tolera, no corre contento detrás, sinó que sufre y se va poniendo nervioso. Cuando la casa quedo perfecta para recibir a los invitados, yo ya estoy lista y tranquila y mi hijo quedó alterado y cerrado, como asustado. Un ejemplo cotidiano como éste solo puede solucionarse, poniéndose en los zapatos del niño y cambiar nuestras actitudes para minimizar la ansiedad en el hogar. Otro ejemplo seria; cómo nos preparamos para salir a un evento, por lo general estamos a las corridas para estar todos listos a tiempo, la mayoría del grupo corrió, hablaron mucho, dónde esta esto, dónde esta lo otro, no te olvides esto, etc. El niño ansioso todavía no salió y ya esta nervioso.
Aunque para el común de las familias todos estas son situaciones normales, para los que tenemos en casa un niño tan ansioso que llega a ponerse mudo de tanta ansiedad, bien lo vale revisar el contexto.
Ya todos sabemos que cuando estamos solos en casa, el niño/adolescente la pasa bárbaro y habla locamente, entonces lo que debemos revisar es:

- ¿Cómo nos preparamos para salir en sociedad? escuela, eventos sociales, eventos familiares, etc.

Revisar no solo cómo nos movemos, hablamos, sinó también las expectativas, lo que anticipamos verbalmente de estos lugares, de la gente que veremos, etc.

- ¿Cómo nos preparamos para recibir visitas en casa? Adultos amigos, familiares adultos, amigos del niño,etc.

Recordar siempre: los niños/adolescentes nos observan, absorben todo, nuestros temores, expectativas, valoraciones, inquietudes, humores. Y para un ansioso no hace falta que sean actitudes negativas, pueden ser contrariamente, aquellas reacciones nuestras de júvilo, de extrema alegría, música en alto volumen, risas y chistes, todo aquello que también denota un cambio en la calma cotiana del hogar, o a los cambios a lo que no estén acostumbrados y le causan preocupación o temor.

Es muy importante ayudar al menos desde nuestras posibilidades, cambiando aquello que está en nuestras manos, y que surgen de prepararnos con mas tiempo y con calma cada vez que salimos del hogar o ingresen otras personas a él. E ir agregando progresivamente más salidas con calma y más visitas a nuestra casa de la manera mas natural posible, sin tanto preparativo.

Es una idea que cada uno adaptará según su realidad y evaluando desde la mirada del niño a su entorno.
Texto Marie Martínez